martes, abril 10, 2007

Nathalie




Nathalie:

Me fundo, Natalie. De aquello solo podría esperarse, tu vista en el espejo, la incalculable huida por el fracaso. Nada de ello, te hiere, profundamente. Solo la espera por el termino. Nada de eso llega profundamente a devorarte. El amor es un experimento temiblemente incierto. Con el nos devoramos el estomago y las uñas. Moldeamos la injusticia. Pero termina siendo la mas absurda de las inhabitaciones. La mas absurda circularidad. Crece y se expande como la bacteria mas solitaria. Lo sé, Natalie, tu corazón siente temor por las palabras, yo siento temor por ti. Por barrerme en tu aullido, porque desde el poema, sufrí por mi, Natalie. Por mi temible inconsciencia. Todo aquello lo hicieron las palabras. Todo aquello fue vivido en tu ausencia. En una feroz lucha por la memoria. Esto eres para mi, lo vago, un poema, un órgano, para mis oídos solitarios. Un lugar donde encarnar, tu nombre. Un lugar para vivir, en una carta insana de amor.

NATHALIE

ENRIQUE LIHN


Estuvimos a punto de ejecutar un trabajo perfecto,
Nathalie en una casa de piedra de Provenza.
Dirás ahora que todo estuvo mal desde el principio
pero lo cierto es que exhumamos, como por arte de magia,
todos, increíblemente todos los restos del amor
y en lo que a mí respecta hasta su aliento mismo:
el ramillete de flores de lavanda.
Es cierto: nuestras buenas intenciones fracasaron,
nuestros proyectos se redujeron al polvo del camino
entre la casa de Lulú y la tuya.
No se podía ir más lejos con los niños
que además se orinaron en nuestro experimento;
pero aprendí a Michaux en tu casa, Nathalie; una
vociferación que me faltaba,
un dolor, otra vez, incalculable
para el cual las palabras no tienen gusto a nada.

Vuelvo a París con el cuaderno vacío,
tu trasero en lugar de mi cabeza,
tus piernas prodigiosas en lugar de mis brazos,
el corazón en la boca no sé si de tu estómago o del mío.
Todo lo intercambiamos, devorándonos: órganos y
memorias, accidentes del esfuerzo por calarnos a fondo,
Nathalie, por fundirnos en una sola pulpa.

Creer en dios; sólo me falta esto
y completar, rumiando, el ciclo de la baba,
a lo largo de Francia.
Pero sí, trabajamos duramente
hombro con hombro, ombligo contra ombligo
y estuvimos a punto de sumergirnos en Rilke.

No hemos perdido nada:
este dolor era todo lo que podía esperarse;
sólo me falta aullarlo en el momento oportuno,
mi viejecilla, mi avispa, mi madre de
dos hijos casi míos, mi vientre.

"Va faire dodo Alexandre. Va faire dodo Gérome."
Ah, qué alivio para ellos
el flujo de la baba de la conciliación. Toda otra
forma de culto es una mierda.
Me hago literatura.
Este poema es todo lo que podía esperarse
después de semejante trabajo, Nathalie.

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