domingo, octubre 01, 2006

Confesión I


Aprendo amar
a la que persiste
sobre mi ombligo.
Sobre mi garganta ruda
la planto desde el comienzo
sobre mi enhebrada igualdad
completo su nombre inexistente.

Todos aquí me parecen desposeídos
todas las ruinas
parecen desquitarse.
Espero sobre la frialdad
una confesión
de horror y pobreza.
Que carezca de espejos cerrados
porque de acabar
la estación,
comería toda mi debilidad
en la calle
donde tu te dejas.
Y seria inútil
ser verídica,
en la ofrenda oportuna
para acabar mirándote.

Ahora que tú eres otra,
y yo soy otra
frente al fuego.
Quiero ser ese irónico
silencio perverso
que escribes sobre mi nombre
inoportuno,
de milagro.
Al que le debo la bondad
de cerrar los ojos
y ser la muerte.

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