viernes, junio 30, 2006

Las mujeres


Eran las mujeres,
mis madres.
En las noches eran las pasmadas
llevando las casas hasta la vitrina.
Se colgaban de los muros,
con los pechos caídos
aprendían a gritar la justicia en la navaja.
¿Por qué el Dios les dio tanta carretera
para hacerse hondas hasta perder la voz humana?
Se esconden ahora,
en la sutileza de las sonrisas precarias.
Son felices, sí, son felices
con lo puesto
con el vientre hinchado,
rezado en la insistencia.
Quieren amar,
ser amadas por sus cortes de útero.
Son mujeres
cargadoras del dolor.
Llevan en su espacio un acto virgen
de enredadera.
Se nutren en sus espejos.
Los espejos les hablan,
como de una ofrenda,
por las que los genes las hacen vivas
vivas, en tanta pobreza.

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